El trabajo en un cine puede parecer algo muy divertido y no digo que no lo sea, pero como todos los trabajos acaba por hacerse monótono, cuando un trabajo se hace monótono, la imaginación fluye, y el trabajador busca en lo más recóndito de la mente, actividades para poder divertirse. En el trabajo estábamos Juanma y yo y siempre andábamos buscando en la mente cosas que hacer. El problema es que estas actividades que realizábamos para divertirnos no eran muy aconsejables, porque siempre acabábamos liándola. Imagino que habéis visto la película “El club de la lucha” de David Fincher, en esta película hay una escena en que el personaje de Brad Pitt, trabaja de proyeccionista y al montar una película introduce en un corte un fotograma de una escena de sexo de otra película, esta imagen solo se ve unas milésimas de segundo y todo el mundo sabe que ha visto algo pero nadie sabe lo que es. Pues un día montando una película se me ocurrió hacer de Tyler Durden (nombre del personaje de Brad Pitt en la película) y realizar el experimento. Introduje en mitad de la cuarta entrega de Indiana Jones un fotograma de otra película que nada tenía que ver. La reacción de las personas que fueron al cine no fue ninguna, porque nadie se puso ninguna queja, así que a las 12 vinieron 2 amigos a ver la película, a uno le conté lo que había hecho y al otro no. La reacción era de esperar, al amigo al que le comente la historia vio el fotograma aunque no se fijó en la escena y al que no le dije nada ni se dio cuenta. Con este experimento demostré que lo que cuentan del mensaje subliminal de Pepsi en un cine Norteamericano no es más que una leyenda urbana.
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