El día que me llamaron para trabajar de proyeccionista, se me pasaron por la cabeza mil formas de cómo podía ser ese trabajo, pero cuando llegue por primera vez al cine, me di cuenta, que por mucho que pensara no iba a imaginarme en la vida lo que allí me encontré. Subías la escalera y allí se encontraba esa gran cabina donde pasaría trabajando los siguientes tres años, un pasillo larguísimos (el equivalente al ancho de cinco salas de cine) con cinco máquinas grandísimas, cada sala con un proyector, un Racks de sonido, tres paltos (donde van las películas) y un rectificador (la máquina que da potencia a la lámpara del proyector), las películas eran mas grandes que yo, pero con ayuda de un proyeccionista de Sevilla y un técnico de kelonik (la empresa dedicada al montaje de cines más importante de España), me enseñaron a utilizar todas esas máquinas, montar y desmontar las películas y enhebrar. El técnico de kelonik me dijo antes de irse “esto es como cuando apruebas el carnet del coche, ya sabes circular, ahora con los problemas que te surjan y la experiencia aprenderás a conducir".
En la imgen más a la izquierda se encuentran los platos donde sale la película para ser proyectada y donde se vuelve a recojer automaticamente, la máquina del centro es el proyector y la de la derecha el racks de sonido.
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